Diálogos con mi Ego (I)

Ahora ya te tengo, aunque no fue fácil descubrirte ni entender para qué estabas. Te confundí conmigo, creí que tú eras Yo.

Cuando por fin abrí los ojos, me sentí profundamente engañada por esa voz aparentemente racional y sensata que me decía lo que me convenía. Engañada por ti como fiel representante de los egos de mis padres, de mis profesores, de esa intangible «mayoría», de todo aquello que me enseñaron como «Autoridad» o sinónimo de «la Verdad», que dirigió mi voluntad según lo establecido quitando valor a mis propios deseos y potenciales naturales, haciéndome creer que por ser un niño no sabía nada. Creí en el adulto, en todo lo que ellos decretaban, sin tener la oportunidad de cuestionarlo si no quería perder el amor que tantas veces me retiraron cuando no conseguía satisfacerlos. ¡Si de pequeña me hubieran dicho que los elefantes volaban, hasta hace poco hubiera dado la vida por defender esa idea!

Confié en ti, me anulé porque me convencieron de que tenías más valor que Yo misma. A todos los niños nos adiestran para creer ciegamente en la autoridad mental, en ese disfraz de «adulto» que te dice….. «lo que tienes que…», «lo que deberías de….», «lo que no es bueno….», «lo que tú eres ….»

Cuando mi Consciencia, la única dueña de mi vida, me hizo ver cómo funciona el «juego» del ego, interiormente apareció un sentimiento muy semejante a mi primer gran desengaño, cuando de niña sentí haber sido víctima del abuso que el mundo adulto hizo de mi confianza ciega hacía él, cuando descubrí que los Reyes magos no existían, y lo peor, que mis propios padres había sido colaboradores necesarios en esa gran burla a la inocencia. Ahí empecé a perderla, comenzó a morir. Algo así es el ego deformado, esa parte de ti mismo que te miente con la excusa de tu felicidad, cuando la realidad que esconde, son sus propios intereses de supervivencia y reproducción. Pero la mentira es siempre lo más alejado a la felicidad que pueda existir, porque mata todo lo que es sinónimo del amor, la inocencia, la alegría, la autenticidad, la esencia, al propio Ser. Es lo contrario a la Vida, su negación, la otra cara.

Ahora he podido entender que tu función es protegerme de las heridas que mi Niña tiene como resultado de su historia emocional y sensitiva, de sus anhelos y carencias, pero tus formas de actuar solo son un «corta y pega» de los mecanismos de defensa de mis padres que a su vez recibieron de los suyos, la mayoría absolutamente incorrectos porque están basados en creencias de miedo, y el miedo defiende reprimiendo, imponiendo, anulando la salida de lo natural. Yo soy Yo, no soy mis padres, no soy tú, y a partir de ahora estaré muy atenta a que tus pensamientos no limiten mi vida, no la reduzcan a repetir los mismos patrones aprendidos, lo cuestionaré todo, cuestionaré cada una de tus palabras. No voy a dejar que te cueles de nuevo apoderándote de mí. Tú solo eres un instrumento, valioso sí, pero como instrumento estás a mi servicio y no al revés, que te quede claro.

Prometo tener paciencia porque no puedo negar que te quiero, al fin y al cabo eres una parte de mi, de mis propios padres a los que tampoco puedo dejar de amar porque mi Niña sigue reconociéndolos. Aunque al descubrirte haya estado muy enfadada contigo porque me sentí estafada, me he dado cuenta de que el poder te lo dio mi ceguera, mi falta de consciencia sobre mi verdadero Yo. Así que no te preocupes, no voy a eliminarte ni tendré una guerra contigo, solo voy a reeducarte con amor y no con miedo, volveremos a crear sobre nuestras propias experiencias cuestionándonos todo, preguntándonos antes de movernos, hablar, hacer, valorar, elegir…… ¿esto es mío o me lo dijeron otros? ¿de dónde procede? ¿eso es realmente siempre así?…… Escucharemos atentamente lo que nuestras emociones e intuición tengan que decirnos, y en caso de duda, ellas nos dirigirán. Este es el pacto que hoy hago contigo.

Tengo que darte incluso las gracias, porque el abismo al que me llevaste me hizo despertar, y aunque he necesitado un largo proceso transitando de la tristeza a la rabia y vuelta a empezar, he logrado aceptarte. Ahora es cuando puedo mirarme a los ojos y no sentir arrepentimiento ni culpa. Ahora puedo mirar mi sombra, verme completa. Ahora que por fin te tengo conmigo, me puedo empezar a Amar realmente.

Gracias papá, gracias mamá, gracias querido Ego porque ahora sí puedo comprenderme y comprenderos a todos.