De nuevo, uno de los errores más típicos de colocar a la mente en el sitio que no le corresponde. A nadie se le ocurre llamar a un arquitecto para solucionar un problema de salud, ¿verdad?, pues eso es lo que hacemos nosotros con nuestra vida. Recurrimos a procedimientos mentales para resolver insatisfacciones porque creemos que la mente tiene capacidad para cualquier tipo de problema. Si no es para medir, comparar, revisar, reflexionar o expresar para comunicarnos con el exterior, utilizar la mente para lo que no es su función es invitarla a crear una película » a la carta» que actúe como tapadera de nuestros miedos y nuestras negaciones. A esto se llama «autoengañarse».
Las expectativas son producciones mentales proyectadas hacia el exterior creadas a la medida de nuestras propias carencias o incapacidades, ilusiones depositadas fuera de nuestro control que convertimos en creencias. Si quieres una decepción segura, crea expectativas. No lo confundas, la motivación es un «motor» interno que manejas tú, la expectativa en cambio es solo un «idea» depositada sobre el entorno con la esperanza de que sin más, nos devuelva exactamente lo que necesitamos.
Basamos nuestra vida en la espera, esperamos que nuestros hijos sean tal o cual cosa, que nuestra pareja cambie o se de cuenta, que aparezca la relación «ideal», que tal trabajo cubra nuestra motivación, que nuestros padres nos reconozcan, que el medico nos cure, que los políticos sean honestos……. el caso es echar balones fuera, ¿os dais cuenta?.
Las expectativas también son aprendidas a través de modelos, y en este caso, habiendo sido nosotros mismos durante la infancia el objeto de un cúmulo de expectativas familares. Ser el objeto de las expectativas de otros nos obliga, nos presiona, limita el desarrollo de nuestros potenciales naturales, nos quita la libertad, y para rematarlo, si no llegamos a cubrirlas nos crea un sentimiento de culpa. No sé si es peor crearlas o padecerlas. No permitas que nadie las genere hacia ti porque te hará sentir cohartado/a y la relación enfermará. Si piensas que tu satisfacción plena llegará cuando tu hijo alcance el éxito, cuando tu padre te felicite, cuando encuentres tu alma gemela, cuando estes más delgado/a, cuando tengas un buen coche o una casa en propiedad, estarás vendido/a. Mientras persistas en esperar encontrar que las respuestas a tus necesidades vengan de fuera, nada en tu vida cambiará, no obtendrás más de lo que has obtenido hasta ahora.
Volvemos de nuevo al problema de no querer asumir responsabilidades motivado por la falta de confianza en nosotros mismos. Tener dudas sobre nuestras capacidades nos enfrenta a la posibiliddad de fracasar, y eso, solo imaginarlo nos da pánico, así que decidimos inconscientemente que es más seguro depositar el riesgo imaginando sobre objetos o personas para podernos justificar llegado el caso, y claro está, si es así el caso llega. ¡Pedazo de demostración de madurez…..!
La responsablidad de nuestro grado de insatisfacción no la tiene ni nada ni nadie más que nosotros mismos, dejémonos ya de actitudes infantiles creando esperanzas externas con la ilusión de que nos rescaten de una vida frustrada que solo nosotros hemos creado, dejemos de culpar al empedrado y miremos nuestro propio ombligo que seguramente requiere de una buena limpieza, y olvidémonos de que nada cambie si nosotros no lo hacemos antes de uno en uno.