Los unos y los otros

2274675684_142f16e868Llevo toda la semana recibiendo por varias vías, una presentación de Power Point que se llama «acepto», seguro que os ha llegado, no puedo adjuntarla porque este sistema no permite ese formato. Una vez leido, aparentemente y si no fuera por la doble intención que deja, es lo que llamaríamos solidario, pero……. como lo de los «otros», provoca sentimiento de culpa, echando encima de ti una responsabilidad con un resultado final que no te pertenece. Resumiendo, muchas de las cosas que nos llegan, pueden vestirse de cualquier color y sin embargo producir el mismo efecto. Nada que trasmita culpabilidad es aceptable, venga de quién venga.

Como ejemplo recuerdo algo que en mi infancia me marcó para siempre, de hecho creo que soy especialmente sensible a esta forma camuflada de manipulación por aquel episodio de mi vida. Para variar, llegó de manos de la iglesia:

Un cura vino al colegio a darnos una charla sobre el tercer mundo, yo debía tener unos 12 años, después de proyectar terribles imagenes que todos conocemos de niños famélicos llenos de moscas, empezó a culparnos por nuestra pasividad ante tal injusticia, a comparar nuestra vida con las suyas haciendonos sentir responsables de que aquello estaba ocurriendo porque desde nuestros sofás no haciamos nada. Yo inquieta le pregunté ¿que puedo hacer yo?….. no puedo hacer nada para cambiar el mundo….. y comenzó a señalarme con el dedo girtandome y diciendo…… «es lo más egosita que he oido nunca», me preguntó si tenía hermanos y le dije que si, entonces me volvió a señalar mientras todos me miraban diciendo «si tu hermana estuviera tirada en el suelo, durmiendo con ratas y sin comer….. sabrias que hacer?, pues eso mismo es lo que también puedes hacer por ellos». Evidentemente me calle, lo único que quería es que todos dejaran de mirarme mientras yo parecía el ser más egosita de la tierra. Aquello sembró un sentimiento de culpa que me ha llevado muchos años resolver, sobre todo porque mis padres con total acierto nunca me permitieron calmarlo yendo a las misiones como yo quería. Añadido a muchas otras formas de coacción recibidas en mi infancia, el NO fue desapareciendo de mi boca, imagino que como forma de expiar mis culpas.
¡Que daño me hizo aquel «buen hombre»!, cuanto daño pueden causar dentro de nosotros algunos mensajes en principio «solidarios», pero que se mandan indiscriminadamente sin conocimiento de la sensibilidad del que los lee.

Estad atentos, no importa la fuente, no importa ni la forma ni el color de quién lo dice, lo importante es lo que os produce. Cuidaos y no permitais que nadie os haga daño.