¡Que intenso está siendo todo, que difícil y complicado es mantener el equilibrio!
Vuelvo una y otra vez a revisar en donde está lo que a veces pesa tanto, pero cuando lo hago, nada de lo que encuentro tiene suficiente importancia como para desequilibrar un trabajo solidamente construido. Llego a la conclusión de que vivir no consiste en solucionar ni en buscar, ni siquiera en encontrar nada, sino simplemente en aceptar que la Gran Experiencia Humana consiste en aprender a caminar hacia adelante sobre una fina cuerda, confiando, sin mirar abajo, centrado en ti, como lo haría cualquier equilibrista, sin que la fuerza de la polaridad del viento que viene de los lados, de lo bueno o malo, de la materia o la espiritualidad te desestabilice, a una determinada altura del suelo. Ir deprisa no va bien, ir cargado tampoco, distraerse con demasiados consejos o informaciones por muy válidas que están sean puede sacarnos de la atención de nuestro centro de gravedad que es nuestro propio interior, nuestro propio cuerpo. Todo irá bien si respiras profundamente y te sientes. No hay que hacer más, no hay nada que decir, tu Corazón dirigirá tus pies y ellos te llevarán.
Cuando te des cuenta, cuando te permitas aceptar la Divinidad que siempre ha estado dentro de ti, cuando la respires, la sientas y te alimentes de esa única Verdad, ánclate a ella, porque ese es tu arnés. Deja que todo transcurra y confía en la Sabiduría de origen con la que viniste, esa que la educación te robó, sácala del baúl donde la escondiste, pídete perdón a ti mismo por haber dudado de ella y camina. Estamos preparados, que nadie vuelva a cuestionar tu valor, ni siquiera TÚ.
gracias Concha, precisamente ahora qué bien me viene tu reflexión…
muuchos besos