¿Cuanto vacío hay en ti? : El apego

El Sistema socio-económico en el que vivimos está montado para solucionar síntomas y no para erradicar «enfermedades», porque precisamente es » la enfermedad» su principal fuente de ingresos. Trabajar sobre una determinada conducta= síntoma sin trabajar lo que la produce es no solucionar nada, como mucho «bajar la fiebre», ya que ese mismo comportamiento tardará en volver a repetirse lo que tarda un caramelo en deshacerse en la boca.

Digamos que en este caso, el apego ADULTO es la conducta a corregir, y el miedo a la pérdida la «enfermedad» que lo origina. Pero….. ¿de dónde proviene ese miedo y de qué pérdida se trata? Para hacer un buen estudio habría que hacer un análisis individualizado, porque para variar, el miedo a la pérdida es un miedo que se instala o aprende durante el desarrollo infantil. Aquí intentaré dar una explicación de base que pueda servir como orientación para ser aplicado por vosotros mismos en cada caso.

El Apego está directamente relacionado con la plenitud en el vínculo AFECTIVO con la madre durante los 3 primeros años de nuestra vida. La importancia de este vínculo es ni más ni menos que el nivel de importancia que posteriormente le demos a nuestro SER, lo que nos dará o nos quitará Identidad propia. Si en nuestra infancia pudimos contar con su amor INcondicional, su confianza, seguridad y proximidad físicas, sin estar amenazados con situaciones inestables que pusieran en riesgo su pérdida, habremos sido niños «sin sed», saciados del apego que necesitábamos cubrir como parte de un desarrollo sano. Ser reconocidos por nuestra madre tal y como somos, es ser reconocidos por el mundo.

Las carencias, o los «huecos» no satisfechos en el niño estarán proporcionalmente manifestados en sus múltiples miedos de adulto. Trabajar el desapego consiste en trabajar el apego insatisfecho de la infancia. Localizar esas carencias y cubrirlas ayudará a superar los miedos de pérdida a personas, objetos y situaciones.

La creencia más profunda que mantiene esta forma de actuar en el adulto es sentir que, cuantos más vínculos establezco con objetos, personas, situaciones, emociones, obligaciones y actividades, más y mejor puedo representarme, saber quién soy, sentir mi presencia, más y mejor podré ser reconocido, más alejado estaré de la invisibilidad, o lo que es lo mismo, de la desaparición, vacío o muerte existencial . Son muy ilustrativas las típicas expresiones de «me siento morir» ante una pérdida o el riesgo a perder, porque es realmente así como se siente el que la padece. Es la lucha entre la Existencia y la in-Existencia. Los celos (miedo a perder la pareja) o el «síndrome del nido vacío»( cuando los hijos abandonan el hogar) son un ejemplo fácil de ver en la vida diaria.

En general, ante la carencia original y la falta de desarrollo de un Yo propio las personas se vinculan a lo más inimaginable que podamos encontrar, incluso al maltrato. Ser » la Víctima» da identidad a aquellas personas cuya autoestima está bajo cero. Los mayores y más complicados apegos son los que «no se ven», los que establecemos con los roles ( de padre o madre, trabajador, amigo de, pareja de…) como forma de asegurar una identidad bien definida frente al mundo. De ahí los síntomas que se manifiestan cuando el objeto, la actividad o la relación desaparece, las carencias vuelven a salir a la luz en forma de vacío, la única forma en la que un «hueco» puede manifestarse para que se atienda.

Este es el motivo de las conductas o SÍNTOMAS como, depresiones, dependencias, adicciones, desajustes alimenticios, incontinencias…..el vacío del jubilado, el parado, la depresión en la menopausia, todas y cada una de las separaciones……

Cada pérdida de nuestra vida es un simulacro de muerte, una lección de gran valor que prepara a nuestro inconsciente para la NO existencia.